Marco Antonio Martínez
Fotos: Manuel Hernández
Fotos: Manuel Hernández
CANCUN, QUINTANA ROO. Con consignas, con mantas, con discursos, con publicaciones pasadas de mano en mano, representantes de diversas organizaciones de distintas partes del mundo protestaron por la posible firma de un acuedo REDD+ en la Cumbre mundial contra el Cambio Climático.
Para las cerca de dos mil personas, era su forma de defender a la Madre Tierra del capitalismo, de las intenciones de los países desarrollados de seguir con sus niveles de emisiones contaminantes, y compensar a cambio a países subdesarrollados con pagos por cuidar sus bosques.
El contingente fue encabezado por la organización internacional Vía Campesina. Los participantes, quienes marcharon por la avenida Colosio, coincidieron en que el mecanismo REDD+, es una forma de mercantilizar a la “madre naturaleza”.
O como dijo Miguel Lavera, negociador de Paraguay en la cumbre, se trata de una forma de “expiación" de las potencias por contaminar.
La manifestación fue también una oportunidad de mostrar diversas problemáticas tanto mexicanas como de otros países.
Asistieron afectados por la Supervía, de la ciudad de México, quienes mostraron su rechazo a esta vialidad proyectada por quien ayer fuera nombrado “Mejor alcalde del mundo”, Marcelo Ebrard.
También marchó y estuvo presente uno de los líderes de la tribu Dakota, de Estados Unidos, quien expuso su rechazo a las calamidades hechas por petroleras en su país.
O Daniel Pascual, representante maya procedente de Guatemala, quien explicó las dificultades de la región de donde viene.
“Venimos al calor de la lucha de Guatemala y Mesoamérica donde se registran cientos de concesiones a mineras y se hacen hidroeléctricas y se arrebatan las tierras a los pueblos originarios”.
Expuso otras luchas, la que viene contra los biocombustibles y la nueva militarización “que impulsa el imperialismo”.
Ellos mostraron su inconformidad y sus ideas al final de la marcha, iniciada a las 8:30 y culminada a las 15 horas. Pero otros expresaron sus demandas en mantas o banderas. Es el caso de los campesinos hidalguenses, quienes pidieron solución a la contaminación de la presa Endhó, en Tula.
Ni qué decir de aquellos que salieron de sus lugares de origen el 28 de noviembre, como los afectados por la mina San Xavier, propiedad de la canadiense NewGold, en San Luis Potosí, o los que padecen la contaminación del río El Salto, en Jalisco, ambos movimientos pertenecientes a la Asamblea de Afectados Ambientales.
Fueron varios los contingentes, entre los que destacaron los de Bolivia, con su banda de pueblo y sus pósters del “compañero” Evo Morales, el presidente y también impulsor del ALBA grupo de países que hace contrapeso a las naciones ricas en la COP16.
O los venidos de Estados Unidos, quienes en perfecto español recordaron a su presidente: “Obama, Obama, respeta Cochabamba”, en relación a los acuerdos pactados por pueblos reunidos en Bolivia a inicios de este año.
Hombres y mujeres tatuados, pintados, con gorras, sombreros, rubios, morenos, de México, de otros países, campesinos, estudiantes, académicos, algunos solemnes, otros bailadores al ritmo de reggae, pero todos con un interés común: la defensa de la tierra y en contra de REDD+.
El negociador de Paraguay en la cumbre, Miguel Lovera, resumió el sentimiento así: “Si nos tildan de aguafiestas, entonces lo seremos con mucho orgullo”.
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